MI HIJO/A QUIERE UN MÓVIL!



En los últimos años, la preocupación de los padres y madres por el tema de los móviles  ha ido creciendo exponencialmente.  No es raro que en las sesiones con familias salga a debate las diferentes opiniones de los padres sobre el abordaje de este tema. De base, es un asunto tan novedoso que no contamos con experiencias previas ni muchos estudios específicos  que nos puedan definir los riesgos de uso de los móviles por parte de los jóvenes. Es muy complejo, tanto a nivel parental como a nivel profesional.  Las conclusiones más unánimes se centran en aspectos relacionados con las adicciones y la protección de la intimidad personal.

A diferencia de nosotros, nuestros hijos son “nativos digitales” es decir, han nacido ya en un mundo plenamente tecnológico. Desde muy pequeños han tenido contacto permanente con el móvil de sus padres, saben manejarlo incluso mejor que ellos. Es decir es un “aparato” que no es nuevo y que ya usan.   Primera reflexión, no piden tener un móvil, solicitan tener su propio móvil. Sentimiento de propiedad. 

Los datos estadísticos establecen  que alrededor de los 11 años la mayoría de chicos ya tienen en posesión su primer teléfono inteligente. Cuando preguntas a los progenitores  ¿por qué le has comprado un teléfono a tu hijo? suelen fundamentar la decisión a través de aspectos relacionados con la seguridad: “- Se dónde está…, - Puedo localizarlo… - Me puede avisar si tiene algún problema…, etc.”. Cuando le preguntas a los jóvenes (no a niños) ¿por qué queréis tener un móvil? Suelen responder con aspectos relacionados con la comunicación con los amigos: “-Estar enterado de lo que pasa…, - Hablar de nuestras cosas… - Compartir fotos con los demás…, etc.” Teniendo en cuenta estos aspectos podríamos entender que las motivaciones entre padres e hijos son muy diferentes.  Es como si dos hermanos deciden construir una casa, pero uno lo hace pensando en vivir en ella y el otro pensando en montar un negocio. Seguramente estas diferencias de planteamiento conllevaran futuros conflictos. Segunda reflexión, ¿compartimos o consensuamos los intereses  y motivaciones?

Sería un error, cuando hablamos del uso del móvil, pensar que es un simple instrumento para llamar y mandar mensajes.  Los smartphones son un elemento global de interacción social. En cierta medida, pueden establecer un modelo desvirtuado de comunicación social, donde un “like” tiene más valor que un abrazo o donde la amistad se desarrolla por medio de caracteres o emoticonos.  En principio, podría resultar difícil manejar y gestionar un tema en el que, como padres, no estamos formados y tampoco tenemos referentes anteriores. Incluso puede que no tengamos ni nosotros mismos un “uso correcto” del móvil. Tercera reflexión, ¿soy un buen ejemplo?.

Uno de los cambios más significativos que se ha producido en la era Smartphone es el acceso inmediato a la información. Hemos pasado de la carencia al exceso en prácticamente una decena de años. Y no sólo a la información entendida como “saber” sino a la información personal. Los chichos pueden utilizar el móvil para escuchar música o ver videos, aunque esto lo pueden hacer en otros dispositivos. El uso más significativo es para “estar conectado”: saber lo que hacen los demás e informar de lo que hago yo, bien sea a través de texto o imagenes.   Cuarta reflexión, ¿es necesario que todo el mundo sepa lo que me gusta, lo que hago, donde lo hago y con quien lo hago? y ¿a qué edad se adquiere la capacidad del control de la información personal?

Podemos encontrar en diferentes asociaciones de padres y madres, instituciones,  la policía nacional, en internet o en los propios centros escolares diferentes tipos de contratos que tutores e hijos pueden firmar para regular los usos del móvil. Pero antes de pautar los usos deberíamos analizar algunos elementos. Primero reflexionar cómo suelen gestionar sus propiedades. Identificar si se tienen claros y consensuados los intereses de todas las partes. Definir qué tipo de aplicaciones se pueden usar y cuáles no. Evaluar si somos un buen referente al que imitar. Y sobre todo, terminar analizando si nuestro hijo o hija tiene capacidad para autogestionar el uso de un teléfono inteligente.

Autor: Iván Castro Sánchez  

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿CÓMO SE LLAMA LO QUE SIENTO?

OBEDIENCIA CIEGA