ME SALGO DEL WHATSAPP DEL COLE!

“Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo al desarrollo” (María Montessori) 

El uso de las redes sociales debe facilitar la comunicación pero en algunas ocasiones más que ayudar se acaba convirtiendo en un problema relacional y de autonomía. Es bastante común que los grupos de wasap de padres y madres de un colegio, en algún momento, generen tensión entre los integrantes.  Éste es un tema que se puede abordar desde diferentes prismas, lo haré superficialmente desde uno menos habitual, la Pedagogía Montessori. 

En el Método Montessori el Educador asume el rol de Guía cuyo objetivo final es que el niño sea el responsable de su propio aprendizaje y desarrollo.  Para ello, paulatinamente se va interviniendo menos, permitiendo al niño actuar, querer y pensar por sí mismo, reforzando su confianza y disciplina interior.  

No hemos de olvidar que el whatsapp no es un recurso oficial del centro escolar y que no todos las familias quieren o pueden formar parte de él. En general, la finalidad básica de este tipo de grupos es obtener y compartir información sobre lo que pasa en el aula que concierne a las familias. Veamos algunos aspectos del chat de padres que chocarían con la Pedagogía Montessori:

• El modelo educativo y el profesorado. Los docentes son las personas que guían a nuestros hijos cuando están en el centro escolar. Desvalorizarlos o hablar mal de ellos en el grupo de whatsapp puede hacerles perder su papel de figura de referente para padres e hijos, afectando al funcionamiento del modelo educativo. Cada menor tiene su propio ritmo de desarrollo y cada familia su propia visión de la evolución de su hijo, por este motivo existen otros mecanismos privados más adecuados para abordar las divergencias  personales.

• El respeto a las diferencias. El nexo de unión del grupo son los alumnos, no es un grupo de padres-amigos, por consiguiente puede que muchos no se conozcan entre sí. A partir de aquí es importante evitar dar opiniones personales, ya que no todo el mundo opinará de la misma manera que tú  o tendrá tus mismos gustos. La privacidad es una cuestión muy personal de cada uno de nosotros, por eso es importante no compartir imágenes o datos de otros niños o padres, aunque salga vuestro hijo, dado que pueden generar discrepancias. 

• Mensajes Urgentes. En alguna ocasión se solicita en el grupo que otro padre o madre informe al profesor de algún aspecto de nuestro hijo, ejemplo: “- Alguien puede decirle a la Profe que “Pepito” no se queda a comedor”. Hacer responsable y capacitar al menor para la transmisión de información es algo esencial en el aprendizaje educativo que le ayudará a fortalecer la autonomia personal. Si es algo tan complejo que el chico no puede expresar, es mejor que tú te comuniques directamente con el centro educativo.

• La agenda escolar. Quizás este sea uno de los aspectos que más choca con el Método Montessori. Compartir las tareas de los chicos por el grupo puede acostumbrarles a que seamos sus “secretarios”. Imposibilitando su responsabilidad, la capacidad de anotar y planificar. No asumirá las consecuencias (disciplina interior) de su despiste, no le hará falta prestar la suficiente atención. Terminamos resolviendo sus problemas.

• Comunicaciones familiares. Lo mismo pasa cuando compartimos las indicaciones del profesor por whatsapp al resto de padres. Con la intención de ayudar se limita la responsabilidad de relación entre familias y profesorado, reduciéndola a lo que se informa a través del grupo. Recuerdo a una madre incidiendo al resto de padres y madres del grupo que tenían que apuntarse para la tutoría de sus hijos o un padre recriminando que no se había enterado de la excursión porque nadie lo había puesto en el whatsapp.

               

Pueden existir otros malos usos o actitudes en el grupo de clase, pero si entendemos que los chicos y chicas son en gran medida los responsables de su propio aprendizaje y desarrollo. Si entendemos que cada padre y madre es responsable de la educación de su hijo conseguiremos paliar algunos de los que aquí se han apuntado.

Autor: Iván Castro Sánchez