¿CÓMO CRIAR A UN HIJO INFELIZ?



¿Tienes la sensación de que pasas gran parte del día rectificando comportamientos de tus hijos?  No te preocupes les pasa al 90% de los progenitores, dado que por lo general el modelo educativo de las familias se basa en la corrección de actitudes y conductas.

Este funcionamiento parental está relacionado con el principio de “lo que funciona  no lo toques y arregla aquello que vaya mal”. Los padres desarrollan rápidamente una gran capacidad de análisis de riesgos. Es decir, detectan los comportamientos y actúan con mayor incidencia en aquellos que tienen carga negativa, dejando los positivos en muchas ocasiones sin estimulo.

La corrección de los comportamientos negativos tiene una base psicológica básica, se modifican con la intención de prevenir consecuencias perjudiciales en un futuro. Las actitudes protectoras tienen este fundamento, se deduce que la corrección es la mejor herramienta para un desarrollo saludable.
  
En alguna ocasión esta actitud parental reconductora o recriminatoria puede ir acompañada de la amenaza de castigo. “Si no recoges, te quedas sin tele”, “Si suspendes no iras al futbol”, “si os volvéis a insultar os mando a la habitación”, etc. Generando un doble peso negativo al modelo educativo familiar.

A lo largo de un día los hijos tienen más comportamientos positivos que disruptivos, es de evidencia científica sino sería imposible funcionar como familia. Pero reprochamos más veces que alabamos, por el hecho de que otorgamos más importancia a lo perjudicial que a lo beneficioso. Pregúntate a ti mismo cuantas veces en el día de ayer corregiste a tus hijos y cuantas veces les felicitaste. Tengo la percepción que ganan las veces que recriminaste.  

En algunas ocasiones se corrige incluso cuando el hecho es positivo, pondré algunos ejemplos: “Has recogido el cuarto pero te lo he tenido que pedir 5 veces”, “has sacado un 7 en matemáticas pero tú puedes sacar mejor calificación si te esfuerzas más”, “Por fin un día que jugáis sin discutir”, etc.  Parece que el nivel de exigencia no cesa y el reproche es un hábito constante.

Si analizamos este comportamiento parental desde la perspectiva de los hijos la cosa cambia. 

Por una lado, ellos no tienen una percepción del futuro definida, por este motivo es difícil que entiendan que la corrección permanente le ayudará a desarrollar una vida más placentera y saludable. En el mejor de los casos, la percepción de futuro no se adquiere hasta la adolescencia tardía. 

Por otro lado, una parte significativa de la comunicación que tienen con sus progenitores está basada en la modificación de comportamientos, actitudes o hechos negativos. Con mucha probabilidad se irán a la cama con más rectificaciones que alabanzas. 

Hagamos un cálculo tedioso, el año tiene 365 días pongamos una media de 4 correcciones por día durante 5 años, salen aproximadamente 7.300 reproches. De la misma forma digamos que alabamos 2 veces al día, el resultado sería unos 3.650 comentarios positivos sobre su persona. De forma sencilla podremos interpretar que los hijos se crían en negativo, es difícil adquirir una felicidad plena cuando recibo más reproches que felicitaciones. ¿Estarías feliz en tu trabajo si tu jefe te recrimina más que te alaba? 

La cuestión no es reducir el número de rectificaciones, se supone que se hacen con fundamento, es cuestión de aumentar el número de cumplidos hasta que sean superiores a las reprimendas. No es una terea difícil, ellos tienen más comportamientos positivos que negativos, es una cuestión de cambiar el foco. Las rectificaciones nacen solas las alabanzas por desgracia tenemos que forzarlas.

Cuando el número de alabanzas sea superior al de críticas tendremos más posibilidades de criar hijos felices.
        
Autor: Iván Castro Sánchez

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