¿PODEMOS SER ISLANDIA?



El gobierno Islandés acaba de sacar a la luz pública los datos relativos a la evaluación de su proyecto Youth in Iceland de prevención de drogas. Los resultados han sido tan sorprendentes como positivos y esto ha provocado que la noticia corra como la pólvora por todo el mundo situando al modelo Islandés como un referente en el abordaje del consumo de drogas. A modo de ejemplo, han conseguido  reducir en los últimos 20 años el porcentaje de borracheras de un 42% en 1998 a un 5% en 2016 en los jóvenes entre 15 y 16 años.  


La noticia ha provocado multitud de reacciones y como es costumbre algunas de ellas de carácter crítico, intentando desmontar el modelo islandés bajo el lema de “España no es Islandia”. La mayoría de críticas versaban sobre la medida denominada “Toque de queda”. El gobierno prohíbe a los jóvenes menores de 16 años ir sin un adulto por la calle a partir de las 22,00h en invierno y las 24,00h en verano. He leído argumentos tipo: nosotros somos mediterráneos, tenemos un clima diferente, tenemos más horas de sol, somos un país turístico, etc. Puede que esto sea real y que “los islandeses solo necesiten el alcohol para entrar en calor” pero reducir toda su estrategia preventiva  al “toque de queda” supone tener un desconocimiento significativo del modelo.

A continuación, enumeraré algunas de las iniciativas que han desarrollado y que quizás han ayudado a que las borracheras y el consumo de drogas entre los jóvenes se conviertan en algo prácticamente residual. 

Por un lado, consideraron el consumo de drogas en menores como un “problema de estado”, esto supone dar prioridad a las actuaciones en esta materia y una inversión económica adecuada al problema. El gobierno decretó una serie de normas, además de la del “toque de queda”, como la eliminación de toda la publicidad relacionada con el tabaco y el alcohol o la prohibición de venta de alcohol a menores de 20 años y de tabaco a menores de 18 años.

Por otro lado, después de diferentes investigaciones concluyeron y demostraron que “a mayor tiempo de los menores con su familia y mayor práctica de actividades extraescolares, menor consumo de drogas”. A partir de esta premisa desarrollaron otra serie de iniciativas que reforzaron las “organizaciones de padres y madres” por ley. Es obligatorio que todas las escuelas cuenten con espacios para las familias. Se reducen los cursos preventivos dirigidos a  escolares y aumentan los destinados a familias, con el objetivo común de concienciar a los progenitores de la importancia que tiene pasar más tiempo con sus hijos/as. Otra iniciativa, es el aumento significativo de actividades extraescolares, incluyendo actividades conjuntas entre padres e hijos. En el caso de las familias que no cuenten con ingresos suficientes para participar en las actividades,  el estado proporciona un bono familiar mensual de alrededor de 280€ por hijo/a.

Paralelamente, importaron y desarrollaron el “Laboratorio del Comportamiento Humano” destinado a investigar e identificar cómo se comportan los adolescentes y jóvenes. De modo muy genérico, concluyen que existe una correlación entre el desarrollo cognitivo de los jóvenes y las adicciones, por consecuencia una alta predisposición al consumo. Para abordar estas conductas trabajan sobre la “adicción natural” buscando que a través de la práctica de actividades deportivas, culturales, ambientales, etc. los jóvenes adquieran efectos sinápticos (vivencias emocionales) equivalentes a las que ofrecen las drogas. Para diseñarlas cuentan con equipos de profesionales de la Psiquiatría, la Psicología, la Educación, de lo Social, del Deporte, la Cultura, etc. 

En prevención se nos exige que trabajemos desde la evidencia, es decir,  que destinemos los esfuerzos a programas que garanticen cierta eficacia. El modelo Youth in Iceland ha demostrado unos resultados inimaginables para muchos de los que profesionalmente nos dedicamos a la prevención. Ahora depende de la importancia y la prioridad que nuestra sociedad quiera dar al consumo de drogas en menores para parecernos más o menos a Islandia.

Autor: Iván Castro Sánchez       

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