… CON MI HIJO/A ES IMPOSIBLE!
De una definición sobre los hijos/as,
erróneamente atribuida a José Saramago, extraigo los siguientes párrafos: "... Ser madre o padre es el mayor acto de coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado... El más
preciado y maravilloso préstamo, ya que son nuestros sólo mientras no pueden
valerse por sí mismos, luego le pertenecen a la vida, al destino...”.
Esta definición refleja, que una de las
funciones básicas de los padres/madres es fomentar la autonomía de los hijos/as,
posibilitando el desarrollo de su propia identidad. En este caso, entiendo la identidad como el conjunto de
rasgos, componentes, opiniones, etc. personales que nos permiten distinguirnos
de otros para actuar con autosuficiencia e independencia.
El ser humano desde su nacimiento buscan
permanentemente su identidad, al inicio
estará reflejada en la madre y en la pertenencia familiar, hasta terminar
proyectándose plenamente en uno mismo. Todo este largo proceso identitario de
los hijos/as generará en la propia familia diversidad de experiencias,
vivencias, conflictos, etc.
Por una parte tenemos al menor en continua
búsqueda identitaria, además sin ser consciente de ello. Y por otra parte a
unos padres/madres que les cuesta adaptarse al proceso cambio de su hijo/a,
también sin ser conscientes de ello.
Para explicar estos hechos, algunos autores exponen una serie de necesidades que los menores tienen para favorecer su
desarrollo psicoevolutivo. Veamos algunas:
La
necesidad de reafirmación: los hijos necesitan definir su identidad por eso
generaran gustos, opiniones, actitudes propias. ¿Cuál es la primera palabra que
dice un bebe? ¡No es ni papá, ni mamá!.
Es “NO”, por dos motivos principales, primero es la que más escuchan y segundo
la negación es la manera más fácil de definir
identidad. “- No quiero…, - No me
gusta…”. ¿Si el/la menor hace todo los que los padres/madres quieren donde
está su personalidad?. Los niveles de reafirmación irán aumentando acorde al
crecimiento del menor, así se verán reflejados en los gustos a la hora de
vestir, la ocupación del ocio, los nuevos amigos, etc.
La
necesidad de transgresión: el incumplimiento de las normas establecidas en
la familia. Parece ser que es una de las formas con la cual los hijos/as configuran una personalidad diferente y propia.
En la adolescencia los hijos/as no solo no las cumplirán, sino que pueden que
se rebelen contra ellas. En las normas cuanto más peso tengan los gustos y las
opiniones de los padres/madres más probabilidad de transgresión tendrán. “- Te
prohíbo que cuelgues pósters en tu habitación! Respuesta: – Es mi
habitación y está a mi gusto!”. Las
discusiones sobre gustos pueden ser eternas, además les ayudan a reafirmarse en
sus opiniones.
La
necesidad de invulnerabilidad: búsqueda de nuevas emociones y límites. La
conducta temeraria de los menores obedece al egocentrismo y la baja percepción
del riesgo. Sienten que nunca les pasará nada. “- Yo controlo…”, “-
Me da igual…”. Buscarán los límites
de sus hechos, probablemente identificarán hasta donde están en sus
padres/madres. “- Cuando venga tu padre/madre ya verás!” Acabamos de definir donde está la autoridad,
es decir el que manda no soy yo es tu padre/madre. En formaciones con profesores intento hacerles comprender, que mandar a un alumno/a al director/a es quitarse
autoridad. El límite no está en el profesor/a está en el director/a. (Auto-desautorización).
La
necesidad de rechazar al mundo adulto: está necesidad toma su máximo esplendor en la
adolescencia. Tiene que ver con la conciencia de pertenencia identitaria con el
grupo de iguales. La identidad personal es asumida por el/la menor y busca
relacionarse con otros/as que tengan sus mismas características y necesidades.
No les gustan las normas de los adultos. Se sienten incomprendidos por ellos.
El grupo de amigos pasa a tener un peso importantísimo en su vida. Es
importante que cuides tu forma de hablar sobre sus amigos/as, si les críticas
sin moderación sentirá que le criticas a el/ella.
En una ocasión durante un encuentro con padres y
madres, recuerdo que una madre expresó con cierta angustia que su hijo cumplía
con muchas de estás necesidades. “- Mi hijo es crítico con lo que le decimos...
Le cuesta cumplir con las normas que le imponemos… Me gustaría que fuese más
dócil!”. Mi aventurada respuesta sin conocer al menor fue: “Un niño/a dócil en casa es un niño
dócil en la calle”. Los chicos/as
inconformistas o críticos también lo serán fuera del ámbito familiar. Esto les
ayudará a gestionar con personalidad propia muchos de los acontecimientos que
surjan fuera del hogar.
Recuerda que si la identidad es esencial en la
autonomía de los hijos/as, la familia es en esencia un elemento de protección.
Para sentirnos en plenitud necesitamos romper con los lazos que nos protegen
para volver libremente como seres autónomos e independientes.
Autor: Iván Castro Sánchez
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