EDUCAR ES AMAR
Cada vez es más frecuente pedir a los/las maestros/as y profesores/as que no sólo enseñen sino que también eduquen.
Está petición está fundamentada en diversidad de factores. A mí, en esta ocasión,
me interesan los que tienen que ver con
la conciliación de la vida familiar y laboral. Las políticas de conciliación me parecen un "mito" porque sus medidas son claramente insuficientes y no responden a las necesidades reales de las familias.
Hoy en día, es muy común, que los dos
progenitores trabajen. Cuando no es así, los motivos tienen más
que ver con la dificultad de encontrar trabajo, que con motivos de conciliación. Este hecho, sumado a la disponibilidad horaria y a las largas jornadas laborales de los trabajadores/as, provoca que el tiempo de vida
en familia se reduzca sustancialmente y se supla por comedores escolares,
actividades extraescolares, actividades deportivas, academias, cuidadores, etc.
De esta manera, tenemos como resultado, que espacios anteriormente destinados a educar en familia ahora estén cubiertos por “educadores profesionales”. Responsabilizándoles, en cierta medida, de funciones más propias de padres y madres. Éste podría ser uno de los motivos, por el cual los padres y madres valoran con especial empatía a aquellos/as profesionales que
enseñan desde la perspectiva de las emociones, de los valores, de las competencias,
etc.
Que conste que soy un firme defensor
de la educación emocional, en competencias y en valores en la escuela y en las actividades
de ocio y tiempo libre. Pero ésta no puede suplir la educación familiar. El profesional lo hará desde la teoría, la base empírica, la gestión
emocional y el afecto pero el padre/madre lo hará sin ninguna duda desde el amor.
He aquí el nuevo reto que tienen por
delante los padres/madres y profesionales. La realidad empuja a los
profesionales a trabajar desde perspectivas más emocionales y afectivas y a los
padres/madres a ser más reflexivos para aprovechar al máximo los momentos que
pasan en familia.
Los hijos/as necesitan de los dos
modelos educativos para madurar en plenitud. Es muy importante que funcionen a
la par para que generen el mejor resultado y eficacia, pero un profesor/a no
podrá hacer de padre/madre y ni un
padre/madre de profesional.
Para educar con amor a los hijos/as
uno de los pilares será la comunicación. Es necesario generar comunicación de
calidad y también en cantidad. Por ello es importante:
- Diferenciar
entre comunicar y ordenar. Generalmente nuestra
comunicación diaria se centra en dar ordenes de carácter organizativo: “- vístete… - límpiate los dientes… - recoge tal cosa, - haz los deberes… etc.”
que en conversaciones distendidas. Reflexiona sobre cuantas veces ordenas
y cuantas comunicas.
- Encontrar
y acordar momentos durante el día para practicar la comunicación:
de camino al centro escolar, durante
la cena, antes de ir a dormir, etc.
- Prestar la máxima atención, si es
necesario diga al resto de la familia que no moleste, el/ella ha de ser el protagonista de la comunicación.
- Si al menor le cuesta expresar el
padre/madre iniciará la conversación, para ello será necesario conocer
sus intereses, gustos, inquietudes, preocupaciones, etc.
- Obtener la máxima
información del tema, es necesario mantener la conversación,
no dar soluciones o indicaciones prematuras, ni actuar bajo el síndrome del
experto, etc.
- Practicar la escucha
activa, interpretar lo que está contando y responder con interpretación
emocional.
- Terminar
en positivo, agradecer que confíe en ti, valorar la conversación
en positivo, expresar afecto, terminar con un abrazo, etc.
El Principito decía: “Mi secreto no
puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es
invisible a los ojos”. Es verdad que sólo los padres/madres son capaces de ver
la esencia invisible de sus hijos/as, pero porque lo hacen desde el amor.
Autor: Iván Castro Sánchez
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