DAME TIEMPO!
Una amiga jocosamente dice que el período de gestación del ser humano dura
9 meses para que nos dé tiempo para asumir y mentalizarnos de lo que nos viene
encima. El tiempo como medición, en el ámbito familiar,
se puede abordar desde diferentes perspectivas. En este post reflexionaré sobre
tres aspectos relacionados con el tiempo en familia.
En primer lugar, la percepción del
tiempo que tienen nuestros hijos será progresiva, es decir, se va
adquiriendo con el paso de los años. Diversos estudios evolucionistas
demuestran que hasta los 8 años los niños tienen una percepción temporal
bastante pobre y subjetiva. Es a partir de los 12 años cuando se alcanza una
representación mental del tiempo y por tanto un nivel estructurado. Ahora bien,
que no tengan un control exhaustivo sobre el tiempo no indica que no necesiten interpretarlo. Muchos profesionales
fundamentan la educación en rutinas
como una estrategia válida para abordar con los menores la incertidumbre que les provoca
la falta de percepción temporal. Realizar las actividades de manera repetitiva
les ayuda a identificar los procesos y les tranquiliza. Ejemplos: después de
baño se cena, cuando llega mamá voy al parque, al salir del colegio se
merienda, etc. Supongo que todos padecemos las típicas preguntas relacionadas
con procesos nuevos de: ¿queda mucho?, ¿Cuándo llegamos?, ¿Qué haremos
después?...
En segundo lugar, el tiempo como
transición. ¿Cuantas veces nos han solicitado “5 minutos más”?, Pensáis que
conocen el valor temporal que tienen los 5 minutos, ya sabemos que no.
Generalmente esta petición suele estar relacionada con el cambio de actividad, más
concretamente con el cambio de una actividad placentera por otra de carácter
obligatoria. Ejemplo: pasar de ver la tele a ir a la ducha. Estas transiciones
suelen generar estrés en los progenitores, ya que si se alargan pueden alterar
la planificación horaria y como consecuencia llegar tarde al trabajo, que se
acuesten más tarde de lo previsto, etc. Si tu objetivo es que tu hijo se vaya a
dormir a las 21,00h. y comienzas a decírselo a las 20,55h. lo más probable es
que se acueste a las 21,30h. Si empiezas a decírselo a las 20,30h tendrás más
posibilidades de que a las 21,00h esté en la cama. Muchas familias cuando su
hijo llega tarde al colegio suelen excusarse comentando que es muy dormilón.
Como excusa podrá colar, pero no llega tarde porque es dormilón, llega tarde
porque no le dan el tiempo que necesita para prepararse y llegar en hora.
Una de las consecuencias de que no tengan una comprensión estructurada del
tiempo es que necesitan periodos de adaptación entre actividades. Cuando se ha de cambiar de tarea es conveniente planificar la transición. Muchas familias entre la cena y el dormir suelen leer un cuento como estrategia para facilitar el descando. El tiempo de
transición dependerá del perfil de cada hijo/a. Siendo una función parental
adaptar los tiempos a sus necesidades.
Y en tercer lugar, compartir el
tiempo en familia. En ocasiones los padres y madres nos quejamos del poco
tiempo que disponemos para dedicarles a nuestros hijos/as. Las cargas laborales y/o
las obligaciones delimitan en gran medida el porcentaje. La filosofía
fundamenta que nuestra percepción subjetiva del tiempo depende mucho de la
situación emocional en la que nos encontremos. Así, ésta variará dependiendo de
si disfrutamos o padecemos. Pues el
tiempo en familia depende también del aspecto emocional /relacional. Por tanto,
no se trataría de analizarlo desde la cantidad, sino desde la calidad. Puedo
pasar toda la tarde con mi hijo en casa, él haciendo sus cosas y yo las mías.
Mucha cantidad y poca calidad. Hemos estado jugando al juego preferido de mi
hija durante 30 minutos. Poca cantidad y mucha calidad. La percepción de tiempo
en familia que tendremos los dos será mucho más satisfactoria en el segundo
caso que en el primero.
Otro especto que también podríamos analizar es el tiempo para uno mismo dentro de la familia,
pero no sé si con un post tendríamos suficiente.
Autor: Iván Castro Sánchez
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