ME ABURRO!!!
Da la sensación que las familias
huimos despavoridas del aburrimiento. Es decir, intentamos evitar por todos los
medios que nuestros hijos/as sufran este estado de ánimo e incluso pensamos que
estar en casa, sin hacer nada, es perder el tiempo. Por ello, con objetivo de
entretener planificamos actividades, llenamos la casa de juguetes, usamos las
tecnologías, etc. Sobreestimulamos a los niños con la finalidad de que no
padezcan este hastío.
Existe un cierto miedo por parte
de los progenitores a que los hijos se aburran, ya que se deduce que los
momentos sin activación pueden generar comportamientos disruptivos.
Evidentemente un niño con mucha carga de actividad dirigida y estimulante
reflejará en los ratos de “tiempo muerto” comportamientos relacionados con baja
paciencia, llamadas de atención, incertidumbre, malestar, etc. Como
consecuencia de la incapacidad de gestionar su propio tiempo libre.
Son numerosos los estudios que demuestran que la
estimulación infantil en exceso es realmente perjudicial. La famosa frase
referida al aprendizaje como “los niños
son una esponja” tiene poco de verídica y está muy alejada de la realidad,
dado que los aprendizajes en la edad infantil tienen muchos límites. A mayor
número de actividades dirigidas y estimulantes mayor posibilidad de crear niños
con “alergia” a la creatividad, la paciencia y la soledad. Es necesario que los
menores experimenten y se desarrollen a través de actividades libres no planificadas,
ya que les ayudará a generar sus propias alternativas para salir del
aburrimiento y obtendrán el aprendizaje de su propia autogestión.
Bharat Biswal, del colegio médico
de Wisconsin en una investigación con resonancia magnética, encontró
conclusiones interesantes sobre el beneficio neuronal de encontrarse en el
estado de aburrimiento. Por ejemplo: cuando bostezas espontáneamente estás
“oxigenando al cerebro”. Dado que el 60% y 80% de la energía del cerebro se dedica a
mantener la conexión entre las neuronas, esto facilita el proceso de
enfriamiento.
Al margen de este y otros
beneficios neuronales del aburrimiento ocasional, enumeraré algunos que tienen
que ver con el fomento de las competencias personales:
- Ayuda en la resolución de conflictos: la creatividad es uno de los elementos determinantes en la solución de problemas. Los niños que pasan parte de su tiempo sin actividades dirigidas suelen desarrollar pensamientos y comportamientos creativos e imaginativos. Así, facilitarles posibilidades y propuestas para salir del aburrimiento no es tan beneficioso como se puede creer.
- Exploración del mundo interno: el tiempo libre estimula los pensamientos, ayuda a definir gustos, disminuye la actividad psicomotriz facilitando la relajación, es un momento adecuado para que los chicos se autoevaluen, tiempo para uno mismo, etc.
- Disminuye el nivel de estrés: tener y experimentar desde pequeños el tiempo libre ocasional sin actividad les ayudará a gestionar situaciones apáticas, de espera, ansiosas, etc. La incapacidad de gestionar el tiempo libre se considera uno de los factores de riesgo en las adicciones.
- Es el momento perfecto para soñar despiertos: les ayuda a tomar conciencia de uno mismo, a fijarse metas, a motivarse en la toma de decisiones. También les facilita la experimentación y el probar cosas nuevas.
Por un lado, las actividades dirigidas
ayudan a los menores a desarrollar habilidades sobre el tema que versan, aspecto
muy importante. Pero en determinadas ocasiones pueden limitar la espontaneidad
o la creatividad, de aquí la importancia de combinarlas con actividades de
tiempo libre. Por otra parte, la tecnología al desarrollarse a través de potentes
gráficos visuales y sonoros genera un estímulo de atención muy alto en los
chicos. Dejando poco margen para la imaginación, de aquí la importancia de los
tiempos de aburrimiento para contrarrestar los juegos poco imaginativos.
Cuando tu hijo/a te diga: “- Me aburro!!!”, podrás interpretar que
algo estás haciendo bien o puedes contestarle: “-
Cómprate un burro!”.
Autor: Iván Castro Sánchez
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