QUIÉRETE MUCHO...
Los electrodomésticos necesitan electricidad para poder funcionar, las
plantas necesitan del sol para poder crecer, los vehículos del petróleo para
poder moverse. Al igual que todos estos, el ser humano para desarrollarse en
plenitud, necesita su propia energía: LA
AUTOESTIMA.
Muchos autores se refieren a la autoestima como la construcción del autorretrato. Los niños/as comienzan a forjarse
una imagen de sí mismos desde una edad muy temprana, principalmente a través de
lo que los demás piensan de ellos. De aquí la importancia de dotarles de
mensajes positivos y realistas.
La familia, como agente socializador inicial, es el primer lugar donde se
desarrolla la autoestima. La imagen que proyectamos sobre ellos/as contribuye a
la formación de su propia imagen. El sentirse valorado y querido es fundamental
para establecer las bases de una sana autoestima. Pero la sobreprotección y la
dependencia son dos de los principales factores que la reducen.
Hace tiempo profundicé sobre la teoría de “la predisposición humana a la baja autoestima”. De todos los
animales, el ser humano tiene el período de dependencia más extenso. Los
cachorros comienzan a ser
autosuficientes al poco de nacer, sin embargo los bebes tienen una dependencia
de sus progenitores muy larga. No sólo a nivel básico alimenticio sino también
de refugio y cuidado personal. La autonomía no se produce hasta pasados muchos
años. Si partimos de la premisa que la dependencia de otros y la
sobreprotección son factores de riesgo sobre la autoestima, podríamos concluir
una cierta predisposición humana a la baja autoestima.
Esta base teórica nos fundamenta, entre otros motivos, la necesidad de
abordar la autoestima de los hijos/as con intencionalidad y reflexión.
El primer paso será el desarrollo del autoconcepto.
Éste comienza a identificarse alrededor de
los 2 años, se reconocen independientes, comienza la autosuficiencia, se
reafirman en la negación... Entre los 4
y 5 años se definen los comportamientos, se autodefinen de forma
exageradamente positiva “- Soy el más
fuerte… - Pinto muy bien… - Soy la que mejor baila…” la descripción va
acompañada de la acción “- Corro mucho, mira cómo corro…”. Entre
los 5 a 7 años se autodefinen
expresando aspectos de sí mismos, se identifican con su imagen “- Soy alto…, - Tengo el pelo largo…”. Se reafirman de
manera radical (todo/nada) y comienza a tener gran influencia el juicio que los
adultos realizan sobre ellos.
Susan Harter establece el nivel de autoestima en tres
dimensiones. La primera dimensión hace referencia a la Aceptación Social, ésta se va desarrollando en los primeros años
por medio de la aceptación en la familia, continua a través de la participación
social en el entorno y florece en el grupo de iguales. La segunda dimensión es
la Competencia Física, tiene que ver
con los niveles de salud, la capacidad psicomotriz en los primeros años y con
la imagen en los años posteriores. La tercera dimensión es la Competencia Intelectual, se desarrolla
con los primeros aprendizajes, adquiriendo importancia en la etapa escolar y
muy relacionada con el éxito profesional en el mundo adulto.
Algunos estudios determinan la importancia de mantener los tres niveles
compensados en la etapa infantil. Sin embargo en la etapa adulta las carencias de
alguna de las dimensiones pueden estar suplidas por el aumento de otra
dimensión.
Algunos indicadores de nivel de autoestima:
AUTOESTIMA ALTA
|
AUTOESTIMA BAJA
|
Tienen amigos
Muestran entusiasmo en las actividades nuevas.
Son creativos, cooperativos y siguen reglas.
Pueden jugar solos y/o con otros.
Generan propias ideas, gustos, opiniones…
Demuestran estar contentos, ilusionados…
|
Impotencia: -
No puedo hacer nada bien…
Minusvaloración: -
No hago las cosas tan bien como otros...
Incapacidad: -
No quiero intentarlo, no me saldrá bien…
Autonegación: -
Sé que no lo puedo hacer…
Negatividad: -
No seré capaz de conseguirlo…
|
Algunas consideraciones que ayudan a mejorar la autoestima:
- La responsabilidad fomenta su
autonomía. Empieza por los hábitos diarios: higiene, alimentación, ocio…
- Facilita situaciones donde pueda
relacionarse y tener contacto con otros chicos/as.
- Las normas y los límites dan
seguridad y marcan el camino.
- No compares ni de forma positiva ni
negativa, valórales por sí mismos no por los demás.
- No les etiquetes (el listo, el
rebelde, el vergonzoso…) tanto en positivo como en negativo son
perjudiciales.
- Ante los “malos comportamientos”
juzga la conducta no al niño.
- Sé específico en los halagos, es más
creíble y ayuda a positivar conductas.
- Déjale probar nuevas cosas y
equivocarse. No des soluciones inmediatas.
- Valida sus emociones.
- Fomenta tu propia autoestima y
autocuidado, eres el mejor ejemplo que puede tener.
El nivel de autoestima que posea el niño/a determinará en gran medida el
desarrollo afectivo, social e intelectual. La autoestima es necesaria para:
mejorar la confianza y la seguridad en uno mismo, potenciar las habilidades
sociales, dar fuerza a las opiniones personales, favorecer un desarrollo
personal saludable, ayudar a gestionar frustraciones y fracasos, conseguir metas...
Y fundamental en la Resiliencia, que
es la capacidad para hacer frente a agentes perturbadores o un estado o
situación adversos.
Autor: Iván Castro Sánchez
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