SOBREVIVIR A LAS VACACIONES FAMILIARES!
Parece ser que durante los meses de
septiembre y octubre (posvacacionales), se produce un aumento de las rupturas
matrimoniales. Generalmente justificado como consecuencia de pasar más
tiempo en pareja durante las vacaciones. De igual manera la familia al completo
también comparte más tiempo, y en ocasiones, más momentos juntos igual a mayor número de
conflictos.
Detrás de estos hechos existen
una serie de factores, sobre los que podemos reflexionar y analizar, para
ayudarnos a sobrevivir a unas vacaciones con hijos.
Las rutinas: son uno de los ejes
esenciales en el proceso evolutivo familiar. Los niños tienen una percepción y
control del tiempo muy limitado, esto generalmente
les provoca incertidumbre que puede reflejarse en problemas comportamentales.
Para evitarlo se recomienda establecer rutinas, de esta manera los pequeños gestionan
su “ansiedad” a través de hechos cotidianos y repetitivos. Pero claro, lo primero
que se modifica durante las vacaciones son las rutinas, traducidas en cambios
de horarios para levantarse y acostarse, cambio de actividades (cole por
campamento, descanso…), cambio de cuidadores, cambios de normas, etc. La falta
de previsibilidad y monotonía puede reflejarse en inquietud y nerviosismo hasta
la adaptación al período vacacional.
El entorno: si la rutina es
esencial para generar tranquilidad, el vínculo con el espacio también es
importante. Cambiar de casa durante el período vacacional provocará una necesidad
de adaptación al nuevo ambiente por parte de los chicos. Afectando a la
consonancia y al descanso (reducción de horas de sueño) y, como consecuencia, más
cansancio e irascibilidad durante el
día. En viajes vacacionales donde se pernocta en diferentes lugares pueden producir
en los pequeños cierta incertidumbre que también podría afectar al comportamiento.
La alimentación: durante las vacaciones
las horas de comida y cena suelen ser más flexibles, incluso muy alejadas del horario habitual. Ejemplo:
comer en un chiringuito de playa a las 16,00 h. Recordad que los menores tienen menos reservas
y la necesidad de glucosa puede reflejarse en el comportamiento. Comer en horas
no habituales para ellos también influye en su actitud hacia la comida.
La hiperactividad vacacional: en ocasiones más que descansar, durante las vacaciones aprovechamos para
hacer muchas actividades: ir a la playa, hacer excursiones, trayectos largos, visitar
ciudades, etc. Incluso enlazamos unas con otras. Ejemplo: por la mañana playa,
por la tarde visita cultural y por la noche teatro. Esto puede conllevar a un
gasto excesivo de energía en los menores que se refleja en el comportamiento.
Sobrecarga emocional: rencontrarse
con primos, abuelos, amigos, etc. generará una actividad sentimental significativa
en los menores que les alterará de su estado habitual. También descubrir lugares
y/o practicar actividades nuevas les provocará cambios emocionales que pueden afectarles al
control.
Todos los miembros de la familia
necesitamos adaptarnos a los cambios, pero los más pequeños en particular. Ser
más flexibles, mantener actitudes relajadas, comprender que sus comportamientos
pueden estar influenciados por factores relacionados con las circunstancias, nos
ayudarán a sobrevivir a unas vacaciones familiares. Si existe un período
propicio para disfrutar, aprender y crecer en familia es durante las vacaciones. En él podremos interactuar entre todos y disfrutar de cada uno de nosotros. También es el período donde se producen las
mejores experiencias que se transformaran en recuerdos imborrables para el
resto de nuestras vidas.
Otra cosa bien distinta es sobrevivir
al regreso!!!
Autor: Iván Castro Sánchez
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