SE APROXIMA UNA RABIETA!!!
Es habitual encontrarte en un
centro comercial, supermercado, aeropuerto, tienda, etc. a algún padre o madre
con cara de angustia y desesperación observando como su hijo/a grita, patalea y
llora de forma exacerbada. Generalmente como reacción del menor ante la
negativa de su progenitor a concederle lo que quiere. Lo que denominamos una
RABIETA. Esta
angustia del adulto ante la rabieta se produce en gran medida por la vergüenza
que le produce su hijo/a al actuar así en un lugar público: “- Qué va a
opinar le gente de mi!”, “- Todo el mundo nos está mirando!”, “ – No puedo
llevarte a ningún lado!”…
Revelaré
que cada vez que observo esta escena pienso que ese padre o madre está EDUCANDO.
Para nada entiendo que se esté produciendo algo de lo que uno se tenga que
esconder o avergonzar.
La rabieta es la manifestación de una
explosión de ira y frustración que se produce como respuesta a deseos o
necesidades no satisfechos. Son absolutamente normales y habituales entre los
primeros 4 años de vida y pueden alargarse incluso hasta los 6 años. Algunos
estudios exponen que entre el 50% y el 80% de los niños/as de 3 años tienen al
menos una rabieta semanal.
Es
importante identificar qué factores pueden influir en la aparición de una de
ellas. Pueden producirse por motivos orgánicos, los menores tienen
dificultad para expresarse verbalmente con fluidez, de esta forma el malestar
producido por hambre, cansancio e incluso alergias, afecciones respiratorias,
infecciones, etc. suelen ser un motivo de rabietas. Cúantas veces ante el
rechazo del niño/a comer solemos intuir que puede estar incubando un virus.
Otro de los factores que pueden influir son los denominados ambientales, la
falta de rutina, los lugares nuevos y/o desconocidos, también el clima
familiar, la relación entre los padres, la inexistencia de un modelo educativo,
etc. albergan la posibilidad de la aparición de una rabieta. Por último otro de
los factores pueden ser los del propio desarrollo del menor, también
denominados emocionales. Cuando se producen emociones negativas
como la ira o la frustración el niño/a carece de la capacidad de control
emocional.
Sí hemos
identificado de forma genérica algunos de los principales factores que pueden
influir, es igual de importante diferenciar entre tipos de rabietas.
Pongamos un ejemplo, recordad ese día en el que hemos acompañado a nuestro
hijo/a a un cumpleaños, fiesta, actividad o evento diverso. Al volver a casa,
en el coche, comienza a quejarse y protestar por cualquier cosa. Nuestra
reacción suele ir encaminada a recriminarle: "- Con lo bien que Te
lo has pasado y con el esfuerzo que hemos hecho por ti, ¿cómo puedes
comportarte así? Muy sencillo estamos ante una rabieta de
fatiga. La sobreactividad física del menor provoca cansancio que se
visualizará a través de este tipo de expresiones.
Las de
frustración son
las que tienen que ver con la no consecución de sus deseos. Pongamos otro
ejemplo, ¿los supermercados donde suelen situar los chicles, gominolas,
etc.? Delante de la caja de cobro, que casualidad! Estaremos un ratito
esperando nuestro turno con unos estímulos muy interesantes para nuestros
hijos/as, ¿podría ser que el marketing busque las rabietas de niños/as
como estrategias para vender sus productos? Saque su propia
conclusión.
Las de
tipo evitación, aquellas que tienen relación con el cumplimiento de normas
u órdenes, suelen aparecer a la hora de recoger los juguetes, ir a la ducha, ir
a dormir, etc. con el objetivo claro de no cumplirlas. Una propuesta, si el
niño/a genera una rabieta cuando toca recoger los juguetes puede ser
interesante pactar con él que sólo se puede usar un juguete si se guarda el
anterior, así no habrá mucho que colocar.
Las
rabietas de llamada de atención, típicas tras la llegada de un
nuevo miembro a la familia o las sufridas por los docentes del ciclo de
educación infantil. Evidentemente buscan el reclamo, es recomendable ignorarlas
siempre y cuando no sean destructivas.
Identificar
los factores y tipos de rabietas es el primer paso para comenzar a gestionarlas
de la manera más saludable para todos, en otro post presentaré técnicas y
estrategias para afrontarlas.
Las
rabietas tienen una curvatura de intensidad, en la parte final el
niño/a pasará a un estado de tranquilidad. Este es el mejor momento para
analizar los hechos, tomar medidas pero siempre mostrando afecto.
Antes de
finalizar, es importante recordar que ante una rabieta:
- Tenemos que intentar
mantenernos firmes, serenos y calmados.
- No tenemos que sentir
vergüenza, debemos quitarle importancia en la medida de lo
posible.
- Hemos de evitar
responder con enfado y/o agresividad.
- Durante la explosión
de la rabieta no es un buen momento para intentar dialogar, la mejor
repuesta es ignorarla.
- Es muy aconsejable
analizar y prever que situaciones pueden generar rabietas.
- Cuando el niño/a se
relaje es el momento de dialogar sobre lo que ha pasado con explicaciones
cortas y mostrando afecto.
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